viernes, 19 de marzo de 2010

La bomba puertorriqueña



La bomba, como la conocemos hoy, nace en los ingenios azucareros y es la respuesta popular a la música y la danza de la aristocracia. A través de la bomba se comunicaba la alegría y el sufrimiento, así como los sucesos diarios.

Es en la costa donde verdaderamente se asienta. En Mayaguez se le dió importancia debida y es allí donde por primera vez, subió la Bomba a los salones de la alta sociedad.

Los lugares que más se han distinguido como populares de la bomba son: Mayaguez, Ponce, Guayama, Arroyo, Cataño, San Juan, lo que hoy se conoce como Santurce se conoce como la Meca de la bomba puertorriqueña, ya que es el lugar donde se le ha dado mayor auge y actualmente se promueve a todos niveles artísticos. Allí se encuentran niños, jovenes y adultos que bailan y se interesan por la bomba.

La bomba se diferencia por las variaciones de ritmos y las figuras que componen los bailes y los cánticos. Entre las variaciones del rítmo de seises de bomba se distinguen, el sicá, yubá, leró, cunyá, cocobalé, danué, calindá y cuembé. El cocobalé se baila con dos palos, como la lucha, que no pasa de ser un juego o reto, hay quien se raja la cabeza bailándolo. El naizo es yubá en francés. El bambulaé es igual al sicá, pero mucho más ligero

El barril es el instrumento principal que le dá el nombre al género. Dicho instrumento es el medio de comunicación más antiguo de la humanidad; tanto el africano, como el indio de Boriquen usaban el tambor.

Primero hay que comprender la música. Están los barriles principales, que pueden ser dos o tres, a veces más. Los dos barriles principales son el buleador, que marca el ritmo y el primo o subidor.

La vestimenta de la dama debe ser blanco, de algodón o mezcla, con volantes a cuadros, de tela de Irlanda. A la enagüa se le cosen lacitos de cintas y encajes, nunca se debe tocar al bailar. Hay que bailar con firmeza, más nunca perder la figura.

La vestimenta del hombre debe ser de algodón o drill inglés, siempre y cuando sea blanco. El orgullo de un buen bailador es pintar las figuras más elegantes y que el tocador le conteste con seguridad y certeza.

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